La obra tiene 336 departamentos, en un principio acogió a 85 familias, hoy quedan 56. La Agencia Estatal de Vivienda indica que los vecinos arruinan la infraestructura.
El 15 de febrero del año 2016 el Gobierno inauguró el condominio Wiphala en la ciudad de El Alto con el objetivo de luchar contra el déficit de vivienda en el país. Hoy en la edificación, que tiene 336 departamentos, viven 56 familias. De ese número, 13 cumplen con los pagos de las viviendas, 33 fueron notificados para desalojar (de ellos 11 tienen proceso legal) y el resto se divide entre los que realizan trámites y los que poco a poco dejan el lugar porque aseguran que no podrán cubrir los intereses del crédito.
Según los vecinos, entre las principales razones del abandono de los departamentos están los imperfectos en las conexiones de agua que provocan deterioro en las viviendas, la falta de viabilización de los créditos por parte de los bancos y los intereses.
Por su parte, la Agencia Estatal de Vivienda (AE Vivienda) indica que las familias tenían 22 meses para hacer los trámites, en caso de no haber calificado a un crédito pueden postular a otros programas del proyecto. Además, sostiene que dichas familias arruinan la infraestructura, avasallan otros departamentos e incumplen en los pagos de agua y luz.
El condominio Wiphala está conformados por siete bloques, de 12 pisos cada uno y ocupa un manzano en la urbanización Mercedario, ubicada a 30 minutos de la Ceja de El Alto. “Escondan sus cámaras, por favor”, dicen los vecinos de uno de los bloques cuando ven llegar a un equipo de periodistas. Poco después explican que la última vez que un medio entró para denunciar irregularidades, los vecinos recibieron la advertencia de que la prensa no podía entrar sin un permiso previo.
Cada edificio tiene capacidad de alojar a 48 familias, cuatro en cada nivel. El bloque rojo es quizás el que más denuncias de daños presenta. Fue también una de las infraestructuras que recibió a los primeros beneficiarios del programa de vivienda social. Y hoy son ellos los que se animaron a romper el silencio y expresar sus reclamos.
“Los problemas iniciaron dos meses después que llegamos a los departamentos”, dice Mabel, quien hoy encara un proceso con la AE Vivienda, junto a otras 10 familias.
Otra de las vecinas, quien pidió no publicar su nombre, recuerda que sus primeros meses de estadía sufrió bastante porque se produjo un taponamiento en el alcantarillado que devolvía las aguas servidas, que desechaban los pisos de arriba, a su baño.
“Mi esposo tuvo que salir, destapó la cámara y sacó los escombros que dejaron los albañiles, poco después se enfermó de salmonella”, dice Daniela, nombre ficticio.
Indica que en la época de lluvias se presentaron las primeras filtraciones.
En las paredes que dan hacia la calle, se observa que la pintura se descascara por la humedad. “Ellos han arruinado la pintura impermeabilizante”, aclara el director general de la AE Vivienda, Gonzalo Rodríguez. Según la autoridad, esto ocasionó las filtraciones por las lluvias en el edificio.
En la actualidad, algunos departamentos del edificio tienen filtraciones, los cielos falsos se caen y tienen huecos por donde se filtra el agua. Cerca del lugar, operarios arreglan las puertas y las paredes que presentan rajaduras, en los departamentos deshabitados.
“El techo no está tan mal y es porque nadie vive arriba, sino sería peor”, asegura Rosendo Mena, mientras muestra las rajaduras del techo de su baño y cocina. Su sala está peor, ya que las rajaduras forman un par de delgadas líneas bien definidas por donde se ven las vigas.
Para los vecinos, la peor decepción, después de llegar a vivir a los departamentos, ocurrió el 22 de abril de 2016, cuando les explicaron sobre los intereses del crédito bancario. “Ese día fue terrible, muchos se pusieron a llorar, a partir de ese día empezaron a desalojar el condominio”, dice Mabel. Según los copropietarios, “los departamentos tenían un precio inicial de 42.000 dólares, pero en el caso de recurrir a un crédito bancario, con un interés del 5,5%, a un plazo de 20 años, la propiedad llegaría a costar más de 80.000.
“El Presidente (Evo Morales) nos dijo que pagaríamos 42.000 dólares, ni un peso más”, dice Julio Bustos, otro vecino. “Todos los bancos cobran interés”, dice el director de la AE Vivienda, respecto a los precios. En 2017 un departamento costaba 38.000 dólares, este año se vende por 35.000 dólares.
Para muchos es muy difícil dejar su departamento. Mabel dice que saldó las cuentas del anticrético y vendió sus muebles. “Nos quedamos con lo imprescindible”, sostiene. Por eso, fue difícil retractarse del acuerdo. “Saqué a mis hijos de la escuela y los inscribí en una más cerca. No podía volver”, añade Daniela.