Este proceso ha generado a su vez una acelerada alteración de los modelos de desarrollo urbano produciendo una fuerte tendencia hacia la segregación residencial, cuya evaluación de su comportamiento y la posibilidad de plantear soluciones a partir de la generación de políticas públicas capaces de reducir los efectos de la exclusión, se constituye en un desafío local, regional y nacional.
Cochabamba es parte de los espacios urbanos fragmentados y segregados, donde se evidencian diversos procesos de producción y apropiación espacial, que, efecto de acciones públicas o privadas, establecen la formación de áreas de características peculiares en la apropiación de la vivienda, la infraestructura de servicios, equipamientos comunitarios, áreas verdes, espacios públicos, y condiciones de movilidad urbana, que se resumen en escenarios discriminadores de habitabilidad.
Los hogares con ingresos bajos y de actividad informal tienden a ubicarse en la periferia urbana dispersa, mientras que aquellos de alto lucro y empleos formales se ubican en otros sectores más concentrados. Aunque las áreas de ingresos elevados son más densas y socioeconómicamente diversas, la relación de registro significativo entre segregación y tamaño de ciudad destaca que las ciudades mayores presentan mayor marginalidad. Asimismo, las diferencias sectoriales son grandes y estadísticamente significativas, efecto de los procesos de urbanización y de los diferentes niveles de desarrollo económico regional.
Algunas valoraciones anteriores sobre el tema develan ciertas limitaciones metodológicas que cuestionan su validez y la posibilidad de ejercitar comparaciones temporales. La determinación de resultados podría facilitar la discusión teórica de la relación entre desigualdad social y segregación espacial y la argumentación sobre la representación tradicional de que la forma y ubicación residencial es reflejo del comportamiento de la inequidad social.